“En intentos de Rescate Patrimonial”


“Gran parte de los elementos que hoy conforman nuestro patrimonio cultural obedecen a parámetros definidos por la arbitrariedad cultural. Me parece importante identificar esta característica de los bienes que hoy llamamos patrimonio, ya que a partir de este reconocimiento es posible dilucidar aquellos mecanismos cuyas leyes de funcionamiento estable depende del desconocimiento”[1]. Es así como los objetos y obras que integran el patrimonio nacional están sometidas a las condiciones culturales que tenga el país en cuestión, lo cual no siempre significa un resguardo de la envergadura que esto debiera tener, ya que no todas las naciones han experimentado un real avance en temas de conservación y restauración patrimonial. Por otro lado, cada uno de esos objetos y obras constituyen un aporte significativo a la identidad del país al que pertenecen, pese a las deficiencias que se tengan respecto a su óptima seguridad, por lo que muchos Estados reclaman hoy en día su “derecho” a devolución, cuando su patrimonio cultural se encuentra en territorios ajenos.

Por ejemplo el caso de Chile y los Moais extraídos de Isla de Pascua, Hoa Hakananai’a es uno de ellos y se considera de los más espectaculares. Es el más grande, hecho de basalto y el único con el dorso tatuado. Hoy descansa en el Museo Británico de Londres. “Como éste –cuya irónica traducción es “el amigo robado”– existen decenas de piezas pascuenses diseminadas por el mundo”[2]. Si bien es cierto, no se ha hecho ningún intento oficial de repatriación, lo más cercano ocurrió hace 20 años cuando el alcalde Pedro Edmundo Paoa tubo la idea de hacer una réplica exactamente igual a Hoa Hakananai’a, para intercambiarla posteriormente con el museo londinense, lo cual nunca se hizo efectivo y la réplica solamente llegó al frontis de la Municipalidad de Peñalolén en Santiago, donde se encuentra ubicada actualmente. Tal hecho genera ciertas interrogantes de acuerdo a lo que significa el patrimonio cultural para Chile y los esfuerzos gubernamentales que se han hecho para enfatizar en estos temas.

Veamos, durante el gobierno de Ricardo Lagos se promulga la ley 19.891, la que - aprobada por el congreso- da paso a la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA). Este tiene como tarea primordial el promover un desarrollo cultural equitativo y pluralista entre los habitantes del país. A su vez estudia, evalúa y adopta, políticas culturales en pos del país. Dichas políticas necesitan una participación activa del Estado, por ende éste “tiene un papel insustituible, el que hace referencia a la conservación, preservación y difusión del patrimonio cultural, así como a la creación y promoción de las mejores condiciones posibles para que las expresiones artísticas y las manifestaciones culturales puedan surgir, difundirse y ser apreciadas por el público libre y espontáneamente”. [3] De esta forma el Estado debe tener una presencia dentro del ámbito cultural y velar para que ésta llegue a todos los sectores sociales del país (en cuanto a acceso, creación, participación y goce de la cultura).

Si bien es cierto, durante las dos últimas décadas, el aporte y la participación directa del Estado en temas culturales ha hecho posible que Chile haya experimentado un crecimiento substancial en lo que respecta a la cultura y conservación del patrimonio, hoy en día siguen habiendo museos y espacios culturales que necesitan urgente de la colaboración de museólogos y financiamiento estatal, ya que las condiciones en las que se encuentran son precarias. Es el caso de la Pinacoteca o Casa del Arte de la Universidad de Concepción, donde se encuentra una de las colecciones más importantes de pintura chilena existente en el país. Si bien es cierto, el departamento de extensión de la Universidad ha hecho algunas inversiones por mejorar las salas de esta Pinacoteca, resulta inevitable señalar que dichas inversiones son insuficientes para catalogar este espacio como un lugar en óptimas condiciones para albergar obras patrimoniales. A simple vista no presenta grandes deficiencias, pero luego de un análisis exhaustivo en cuanto a climatización y superficies es posible determinar una serie de situaciones que perjudican las obras a largo plazo. Una de esas situaciones consiste en el sistema de aire acondicionado que posee el lugar, el cual funciona solamente de día, lo que según el manual de “Habilitación y Administración de Espacios Para las Artes Visuales”[4] indica que es importante la estabilidad de la humedad relativa y la temperatura, por lo cual se hace dañino no poder mantener el aire acondicionado las 24 horas del día.

Otro ejemplo un poco más evidente de las deficiencias museográficas ocurre en el Museo Hualpén, ubicado en el Parque Pedro del Río Zañartu donde no es necesario ser experto para darse cuenta el mal estado en el que se encuentran sus objetos y el inmueble como tal. Solamente es necesario llegar a la puerta de entrada para sentir el intenso olor a humedad que emana de su interior, lo cual indica la grave condición ambiental que sufre el lugar y sus tesoros. Por otro lado es notable la necesidad de un guión museográfico ya que al recorrer el museo no se distingue ninguna línea, mas bien aparecen los objetos revueltos sin ningún sentido definido. Si bien es cierto, la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño de la Universidad del Bío Bío ya ha realizado dos estudios financiados por el FONDART, para diagnosticar la situación real de la casona y su contenido, determinando que “se necesitaban alrededor de 300 millones de pesos para un proyecto de climatización y un cambio museográfico y de recuperación de todo el inmueble, incluyendo cambio de red eléctrica”[5] aún no es posible apreciar ningún fruto de dichos estudios ya que el museo cada día se deteriora mas y mas.

Ahora bien, tomando en cuenta que dentro del Museo Hualpén existen objetos sin estudios cabales de procedencia, como por ejemplo una armadura original de Samurai en pésimas condiciones que según trabajadoras del lugar indican haber recibido a japoneses interesados en recuperarla como patrimonio cultural, y que ellos mismos han solicitado y efectuado estudios para poder hacer una réplica exacta en su país, también es importante señalar el grado de responsabilidad que tiene Chile respecto a este tipo de objetos, por que lo que esta sucediendo aquí es una abatida situación de abandono patrimonial que afecta no sólo a nuestra nación sino además a su país de origen que sin duda podría ofrecer un mejor resguardo a este objeto. Otro caso es la momia egipcia que alberga el lugar, la que para muchos es el elemento más espectacular de los tres mil que hay en el recinto. El año 1881 fue traída a Chile desde Alejandría (Egipto) por el empresario Pedro del Río Zañartu en el primero de sus viajes que hizo por el mundo. “La momia llegó a Hualpén adentro de un clóset y de pie. Así estuvo por casi un siglo, hasta que en los años ochenta fue colocada al interior de la urna de vidrio en la que está actualmente protegida”[6]. El administrador del recinto indica que jamás se le ha hecho un estudio científico que determine la antigüedad exacta y la identidad del muerto, los únicos antecedentes que se tienen de ella, es que la persona momificada habría fallecido unos 600 años antes de la Era Cristiana y es una de las 3 de origen egipcio que se encuentra en el país, pero la única en exhibición.

Al pensar en estas situaciones, resulta paradójica la idea de recuperar patrimonio nacional albergado en el extranjero, como el caso de Hoa Hakananai’a, el moai exhibido en el Museo Británico de Londres, cuando aparece tan cuestionable la calidad de conservación que podríamos ofrecer como país a nuestros propios objetos. Chile, presentando un interés notable por la cultura, como el promulgado durante el gobierno de Ricardo Lagos, en el cual se dejaba en manifiesto que el país no se satisface solamente con experimentar un desarrollo económico o de las necesidades básicas del ser humano como lo es la educación y la salud, sino que le interesa además un “progreso auténticamente humano, o sea, buenos niveles de un tipo más exigente de desarrollo que se mide no sólo por indicadores económicos, sino por criterios que dependen también de la satisfacción de esas necesidades y expectativas más intangibles y profundas de la persona humana, que tienen que ver con la creación, acceso y goce de los bienes simbólicos que provienen del arte y la cultura de un país.” [7] Aún no ha demostrado el compromiso expuesto, reflejado en el estado de conservación de importantes piezas museográficas existentes en nuestro territorio como patrimonio nacional y de la humanidad, ¿Qué se espera para objetos que aún no pisan estas tierras?

Si bien es cierto, Chile no ha hecho todavía ningún intento oficial por la recuperación de los moais que actualmente se encuentran en el extranjero, pareciera ser que ha sido su manera mas consecuente de manifestar los problemas en el campo cultural, ya que es necesario primero que todo, establecer criterios reales y una conciencia patrimonial consistente respecto a los objetos que sí se encuentran albergados en nuestros museos actualmente, lo cual aún no se ha trabajado de la manera que se estimaría conveniente. Solamente se puede querer amparar objetos que no están en nuestro poder cuando se tiene una comprensión y responsabilidad substancial respecto a la importancia de la conservación y restauración del patrimonio que ya se posee, y no antes. De esta manera se hace imprescindible disponer de un gran interés por parte del estado para recuperar los espacios culturales que albergan obras y objetos importantes para la identidad de la nación, y así demostrar que esta en condiciones de pedir la devolución de cualquier elemento que le parezca pertinente.

“Las organizaciones regionales permiten un conocimiento detallado de la realidad de los museos en cada zona y de cada uno de aquellos aspectos que antes mencionamos como deficitarios, generando un flujo de información interno que se transforma en el eje para priorizar, planificar e implementar las líneas de acción”[8]. Así es como el gobierno de chile debe asumir su responsabilidad en el asunto y aprovechar las condiciones que ofrece el país en cuanto a organización para poder establecer adecuados procedimientos en pro de una mejor calidad cultural.



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[1] ALEGRÍA, Luis: “Patrimonio Nacional: ¿De todos y para Todos?”, Artículos Museo Histórico Nacional, Publicado en www.sepiensa.cl, (06/07/2003).
[2] Artículo de La Nación, “!Devuelvan los moais!”, por Patricio Lascano, domingo 30 de abril del 2006.
[3] Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, “Chile quiere más cultura, Definiciones de política cultural 2005-2010”, Santiago, Chile, 2005. Pág. 13
[4] Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, “Habilitación y Administración de Espacios Para las Artes Visuales”, Santiago, Chile, 2005, Pág. 38.
[5] Artículo de El Sur, “Rescate del Museo Hualpén”, Tiempo Libre y Cultura, jueves 25 de agosto del 2005.
[6] Artículo de La Crónica, “Esta momia ya no quiere bailar”, por José Manuel Castillo, sábado 12 de mayo de 2007.
[7] Gobierno de Chile, “Política cultural del gobierno del presidente de la República señor Ricardo Lagos Escobar”, Santiago, 16 de mayo del 2000, Pág. 2.
[8] TRAMPE Alan: “Museos de Chile: una unión esperada”, Pág. 2







Bibliografía

  • Artículos Museo Histórico Nacional “Patrimonio Nacional: ¿De todos y para Todos?”, por Luis Alegría, Publicado en www.sepiensa.cl, 6 de junio del 2003.
  • Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, “Chile quiere más cultura, Definiciones de política cultural 2005-2010”, Santiago, Chile, 2005
  • Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, “Habilitación y Administración de Espacios Para las Artes Visuales”, Santiago, Chile, 2005
  • Gobierno de Chile, “Política cultural del gobierno del presidente de la República señor Ricardo Lagos Escobar”, Santiago, 16 de mayo del 2000
  • TRAMPE Alan: “Museos de Chile: una unión esperada”, Subdirección de Museos. 
  •  Artículo de El Sur, “Rescate del Museo Hualpén”, Tiempo Libre y Cultura, jueves 25 de agosto del 2005.
  • Artículo de La Nación, “!Devuelvan los moais!”, por Patricio Lascano, domingo 30 de abril del 2006.
  • Artículo de La Crónica, “Esta momia ya no quiere bailar”, por José Manuel Castillo, sábado 12 de mayo de 2007.

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