La obra alberga un estudio visual y crítico en torno a las características culturales contemporáneas, que nos permite entender el autorretrato digital en las plataformas virtuales, en especial el fenómeno que ocurre en el sitio Fotolog, el cual se caracteriza principalmente por una gran cantidad de usuarios menores de edad que publican fotografías con una importante carga erótica. De este modo es posible problematizar el nivel de canonización que existe en la sociedad y que repercute en las autorrepresentaciones que los menores de edad realizan. De alguna forma, sus fotografías funcionan a manera de espejos sociales, pues cada uno de los dispositivos que operan en esta actividad específica, son producto de la información visual y cultural que la sociedad a la que pertenece consume.
Así, la obra se presenta como una relectura al fenómeno de los diarios íntimos en la web 2.0, pues no se comporta como una continuidad a lo que ya hemos visto en la red, sino que altera las imágenes al desplazar el mismo tipo de retratos a un territorio donde no los percibimos normalmente. De esta forma, el dibujo se convierte en experiencia de otro tiempo, lo que antes era una composición lumínica en constante viaje por la videosfera, ahora se vuelve restos de superficie material, palpable, orgánica y profundamente humana. Así es como lo digital, tecnológico e instantáneo el dibujo lo transgrede, transformándolo en una práctica lenta y primitiva, otorgando a la superficialidad de las imágenes, un sentido reflexivo y repleto de contenido.
Así, la obra se presenta como una relectura al fenómeno de los diarios íntimos en la web 2.0, pues no se comporta como una continuidad a lo que ya hemos visto en la red, sino que altera las imágenes al desplazar el mismo tipo de retratos a un territorio donde no los percibimos normalmente. De esta forma, el dibujo se convierte en experiencia de otro tiempo, lo que antes era una composición lumínica en constante viaje por la videosfera, ahora se vuelve restos de superficie material, palpable, orgánica y profundamente humana. Así es como lo digital, tecnológico e instantáneo el dibujo lo transgrede, transformándolo en una práctica lenta y primitiva, otorgando a la superficialidad de las imágenes, un sentido reflexivo y repleto de contenido.
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